Muchas veces no lo notamos, pero hay un factor que siempre está presente a la hora de producir alimentos: la seguridad. Y, decimos que no lo notamos porque, sencillamente, la tarea de producción se vuelve tan mecánica que, a veces, tomamos como obvio el cumplimiento de ciertas normativas o procesos de elaboración.

¿Qué ocurriría si un día se pasan por alto ciertos controles? ¿Quién se vería perjudicado?

Veamos un ejemplo.

Una familia decide tomarse el día y salir todos juntos de picnic. Cargan las sillas y la mesa en el baúl del auto y, por supuesto, la comida. Camino al parque, hacen una pausa para comprar las bebidas y algo “para picar” mientras esperan que esté listo el clásico asado.

Entran a un mercado y compran un buen vino para acompañar el almuerzo, unas cervezas para los jóvenes, verduras en escabeche, pan y algunos embutidos. Si de asado se trata, no pueden olvidar los aderezos, entonces, cargan al carrito un kétchup y una mostaza. Para la tarde (hora del mate), deciden llevar galletas, cereales y la mermelada preferida de la pequeña de la casa.

¡Una compra completa!

Llegan al parque, se ubican en un lugar cómodo, y empieza “el ritual”. Quien es amante de la familia y de los días de picnic sabe bien que, todo asado está acompañado por un buen vino y una sabrosa picada. Entonces, mientras el experto parrillero enciende el fuego y tira la carne… los demás, cortan el pan y los embutidos para hacer “mini” sándwiches.

¡Y a la boca! Nadie demora en tomar su porción y saborear la comida que hay sobre la mesa.

Y así avanza el asado, las cervezas, la ensalada y las risas. A la tarde, el mate y “lo dulce” se vuelven protagonistas. Al caer la noche, regresan a casa felices de haber disfrutado el día juntos.

Nada fuera de lo común, ¿verdad?

Sin embargo, qué ocurriría si, como toda madre precavida; la mujer se detiene a leer el etiquetado y descubre el exceso de fructosa y sulfito presente en algunos alimentos.

Posiblemente, no los compra.

¿Y por qué? Sencillamente, porque su consumo en cantidad puede provocar molestias corporales y, en algunos casos, derivar en problemas de salud crónicos.

¿Cómo evitar que esto ocurra?

Pues bien, leer el etiquetado de los productos para conocer el grado de azúcar y los aditivos presentes en los alimentos es una responsabilidad del cliente, pero, lo es más aún de la empresa que elabora los alimentos.

Asimismo, el cliente, también debe controlar los alimentos que consume y conocer su cuerpo para descubrir con antelación si es intolerante o no a ciertos comestibles.

Mientras que, la empresa, no puede obviar ninguna etapa de control, pues la seguridad alimentaria es su responsabilidad y, de no cumplirla, perderá mucho más que clientes.

Ya sea para medir el azúcar de los alimentos o conocer el nivel de aditivos que contienen, en Rodin SRL encontrarás los kits de ensayos perfectos para evaluar a tiempo los alimentos que tu empresa produce, para que lleguen al mercado en óptimas condiciones.

Nos referimos al kit de ensayo de D-Fructosa/D-Glucosa. Se trata de un método UV enzimático para la medición y análisis de D-fructosa y/o D-glucosa en plantas y productos alimenticios. Es indicado para aplicar en alimentos como miel, dulces, postres, confiterías, vino, cervezas, leche, mermeladas; pero, también, en productos de farmacia, cosmética, papel, tabaco, entre otros.

Por su parte, el kit de ensayo de Sulfito Total (Enzimático) es un método rápido y seguro para analizar la cantidad de aditivos presentes en bebidas, refrescos, jugos de frutas, frutas y verduras y, como en el kit anterior, se puede aplicar en vino, cerveza, productos farmacéuticos, y otros materiales.

Ambos kits de prueba son simples y arrojan resultados confiables en poco tiempo. En tan solo minutos podrás conocer la calidad del producto que estás elaborando y, sobre todo, tendrás margen de tiempo para realizar las correcciones que sean necesarias.

Tené la seguridad de que tu proceso de producción tendrá buenos resultados y que, además, los alimentos que producís día a día seguirán acompañando la mesa familiar.